“EL CLAVEL NEGRO”
POR RUBEN GARCIA CRUZ
Durante las décadas de lo 60 y 70, América Latina vivió uno de sus momentos políticos más cruciales ante el advenimiento de movimientos sociales que tenían como objetivo fundamental establecer las condiciones para lograr un marco de justicia social, equidad económica y respeto a los derechos humanos.
De esta manera en países centroamericanos, entre ellos El Salvador, Guatemala y Nicaragua diversos sectores sectores de la población decidieron seguir el camino de la lucha armada para la consecución de sus más nobles ideales.
Lo mismo ocurrió en Sudamérica, sin embargo los gobiernos dictatoriales encabezados por personajes fascistas como Anastasio Somoza (Nicaragua), Videla (Argentina) y Augusto Pinochet (Chile) frenaron de manera sangrienta a quienes sólo pedían un poco de justicia.
En este contexto llega a las pantallas “El clavel negro” que se sitúa en la época del Golpe de Estado (1973) perpetrado por Augusto Pinochet.
El golpe Militar cortó de tajo las aspiraciones de Salvador Allende, un presidente electo legítimamente, pero que no convenía a los intereses de los grupos económicos por su orientación izquierdista.
La película reúne a varios actores mexicanos, entre ellos a Daniel Jiménez Cacho, interpretando a un militar de alto rango así como Lumi Cavazos y Kate del Castillo.
“El clavel negro” se centra en Harald Edelstam (Michael Nyquist), que durante el golpe de estado fungía como embajador sueco.
Harold se convirtió en una pieza clave en la historia del pueblo chileno al salvar de la muerte a cientos de chilenos que al ser llevador al Estadio Nacional pudieron haber sido asesinados como lo hicieron con muchos ciudadanos al apoyar al gobierno de Salvador Allende.
El otrora embajador sueco encabezó una lucha personal y arriesgada en pro de la justicia social, los derechos humanos y la dignidad humana salvando no sólo a muchos chilenos sino además a gente de otras nacionalidades.
“El clavel negro” es un interesante testimonio que, de alguna manera, viene a refrescarnos la memoria de un hecho repudiable que ojalá nunca más se repita en América Latina.
Durante las décadas de lo 60 y 70, América Latina vivió uno de sus momentos políticos más cruciales ante el advenimiento de movimientos sociales que tenían como objetivo fundamental establecer las condiciones para lograr un marco de justicia social, equidad económica y respeto a los derechos humanos.
De esta manera en países centroamericanos, entre ellos El Salvador, Guatemala y Nicaragua diversos sectores sectores de la población decidieron seguir el camino de la lucha armada para la consecución de sus más nobles ideales.
Lo mismo ocurrió en Sudamérica, sin embargo los gobiernos dictatoriales encabezados por personajes fascistas como Anastasio Somoza (Nicaragua), Videla (Argentina) y Augusto Pinochet (Chile) frenaron de manera sangrienta a quienes sólo pedían un poco de justicia.
En este contexto llega a las pantallas “El clavel negro” que se sitúa en la época del Golpe de Estado (1973) perpetrado por Augusto Pinochet.
El golpe Militar cortó de tajo las aspiraciones de Salvador Allende, un presidente electo legítimamente, pero que no convenía a los intereses de los grupos económicos por su orientación izquierdista.
La película reúne a varios actores mexicanos, entre ellos a Daniel Jiménez Cacho, interpretando a un militar de alto rango así como Lumi Cavazos y Kate del Castillo.
“El clavel negro” se centra en Harald Edelstam (Michael Nyquist), que durante el golpe de estado fungía como embajador sueco.
Harold se convirtió en una pieza clave en la historia del pueblo chileno al salvar de la muerte a cientos de chilenos que al ser llevador al Estadio Nacional pudieron haber sido asesinados como lo hicieron con muchos ciudadanos al apoyar al gobierno de Salvador Allende.
El otrora embajador sueco encabezó una lucha personal y arriesgada en pro de la justicia social, los derechos humanos y la dignidad humana salvando no sólo a muchos chilenos sino además a gente de otras nacionalidades.
“El clavel negro” es un interesante testimonio que, de alguna manera, viene a refrescarnos la memoria de un hecho repudiable que ojalá nunca más se repita en América Latina.
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